martes, 21 de mayo de 2013

XXIV TRIATLÓN NACIONAL VILLA DE FUENTE-ÁLAMO, 27 de Abril de 2013, por Pepe Casas




El mes de abril ya estaba cargado de eventos pero no podíamos dejar pasar el triatlón con más tradición y solera de España, el triatlón de Fuente Álamo, que llegaba a su 24 edición. Tras haber corrido los 10 km del puerto y el duatlón de Almería pusimos rumbo al puerto de Mazarrón. La previsión meteorológica asustaba a cualquiera menos a los CGM, que estamos preparados para torear en cualquier plaza.




Este triatlón era desconocido por los tres CGM que decidimos embarcarnos; nuestro líder espiritual Antonio Reina, nuestro embaucador Paco Granero y un servidor que ve un charco y ahí que va. Trifuentealamo se destaca por tener dos zonas de transición diferentes ya que se nada en el puerto de Mazarrón, se pedalea hasta Fuente Álamo pasando por un puerto de montaña para terminar corriendo por las calles de esta localidad.

El horario de la prueba nos resultó bastante cómodo ya que nos permitió salir de casa a las 10 de la mañana, lo que no implicó madrugón y estar de vuelta a las 10 de la noche. Dicho esto el sábado por la mañana pusimos dirección a Fuente Álamo con la incertidumbre de lo que nos iba a deparar el primer triatlón de la temporada. Personalmente llegaba a este primer tri después de un par de meses en los que la intensidad del entrenamiento había ido incrementándose y mis entrenos de agua con David Zamora estaban dando sus frutos. Las sensaciones en la bici eran buenas y los ritmos de carrera también habían mejorado. Mi gran duda estaba en el agua, primer triatlón con neopreno después de haberlo usado un solo día.

Llegamos a Fuente Álamo a las 11:30 y fuimos directos a por los dorsales, primeras caras conocidas, Pepe Gómez, David Cristóbal, Juan Torres, Antonio Sánchez y demás almerienses dispuestos a dar el cayo en tierras murcianas. Nada más llegar empezamos a notar el ambiente que hace de este tri una fiesta especial en el pueblo y comprobamos que la organización ha echado el resto, especialmente en la "contratación" de voluntarias que nos atienden muy amablemente. Recogidos los dorsales nos dirigimos a soltar las flacas al camión que las llevará a Mazarrón y buscamos el pabellón para comer. Comida tipo buffet con ensalada, pasta, filetillos y algo de brea, .... suficientes calorías para afrontar la carrera con garantías.

Terminamos de comer y nos dirigimos a soltar la furgo, poner las zapatillas en el box, bien protegidas de la previsible lluvia que iba a caer, y tomar un café junto a la parada de autobuses que nos llevaría a Mazarrón. El viaje en autobús nos permitió hacer una inspección del puerto que íbamos a tener que subir con la bici. La primera impresión fue que, excepto el último kilómetro, las pendientes no eran gran cosa y se podía subir a plato. Después la carretera pondría a cada uno en su sitio.

Llegamos a Mazarrón y nos terminamos de equipar. Mono, vaselina, neopreno, chip y demás aperos nos llevan hasta la zona de salida en la que podremos ver primero todas las salidas antes de hacer la nuestra. El próximo año correremos en categoría élite.



Se da nuestras salida y al agua patos, primeros metros y primeras hostias, antes de de empezar a nadar ya había recibido un manotazo en la cara y en la primera brazada, primera patada. Decido dejar hueco, espero y empiezo a nadar. Las sensaciones no son muy buenas pero voy tirando como puedo. Salgo del agua y corro a por la bici en la que tengo que darlo todo si quiero pillar a Paco. Me llevo una sorpresa al ver que Paco aún está en el box. Sale un minuto antes que yo, un minuto que no podré recuperar porque el animalito anda mucho en bici y corriendo "flota". Me subo en la bici y en los primeros 200 metros ya siento que la natación me ha pasado factura y las piernas no van, para colmo la subida la hacemos con un viento en contra que no permite subir a plato, ni mucho menos. Me lo tomo tranquilamente y voy incrementando el esfuerzo poco a poco. En la subida me alcanza un chaval que va fuerte y que me anima a seguir su rueda, cosa que hago durante unos 7 kilómetros, justo hasta que mi bici me regala un Schleck y tengo que levantar el pie y meter la cadena en marcha, un kilómetro más arriba me hace otro en el que me tengo que bajar y meter la cadena a mano. Termino la subida con sensación de haber podido dar más, sensación totalmente errónea ya que todavía quedada el descenso y unos 10 km de llano hasta el box. El cielo amenaza lluvia. Desciendo a saco aprovechando que la carretera todavía está seca y recupero algunos puestos, voy buscando ruedas para ir oxigenando y dosificando para la carrera. Empieza a llover, carretera totalmente empapada. Ir a rueda es sinónimo de tragar agua. Empiezo a tomar precauciones en las rotondas y me uno a una pareja que me llevará hasta Fuente Álamo.

Llego al box y veo que la bolsa que le he puesto a las zapatillas no ha servido de nada. Mis noosa están empapadas, ha tenido que llover fuerte y todavía llueve aunque no mucho. Comienzo la carrera a pie intentando regular, el puerto ha pasado factura y me encuentro pesado en la carrera. Poco a poco voy cogiendo ritmo y disfrutando del circuito por las calles del pueblo, que, aunque lloviendo, está lleno de gente animando. La carrera a pie consta de dos vueltas a un circuito de 3 km con tramos de subida y otros de bajada. Termino con buen ritmo y buenas sensaciones corriendo bajo la lluvia que poco a poco va apretando. En el circuito me cruzo con mis dos CGMs que llevan muy buenas caras y mejores ritmos.




 Entro en meta y busco rápidamente caras conocidas. Estamos todos y eso ya es importante ya que el tri ha sido duro y peligroso. La organización nos sorprende con una sudadera seca, una buena dosis de fruta y bebidas varias. Todos contentos con la actuación, cada un va haciendo sus cuentas de tiempos, ritmos, diferencias ... pero la primera valoración es positiva por estar todos enteros. El análisis de tiempos los dejamos para el viaje de vuelta.

Emprendemos el trayecto de vuelta a la furgo para recoger las bicis, no antes de que nos caiga el diluvio universal y, entre tanta agua, se abra la puerta de un mercedes blanco desde el que saca la cabeza una Tri-rubia invitándonos a refugiarnos en su coche, invitación que obviamente declinamos ... todavía me pregunto  porqué, jeje.  

Recogemos las bicis, nos secamos, nos refugiamos y emprendemos el viaje de vuelta. Experiencia 100% recomendable que seguro que repetimos el año que viene pero con el resto de los integrantes de CGM y algún Mazo que seguro se apunta.

Un triatlón más a la saca y que sean muchos más. Gracias a las familias que nos permiten disfrutar de estos placeres que muchos cuestionan por el esfuerzo que conlleva. Enhorabuena a todos por el nivel mostrado, siempre mejorando, siempre inalcanzables. Y ahora toca seguir entrenando, próximo tri en la bahía de Portmán, objetivo entrar en meta con Paco.

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