viernes, 3 de agosto de 2012

TRIATLÓN DE SIERRA NEVADA. 21/07/2012. Por Jose Antonio García



Y llegó el día esperado. Quién me iba a decir que un año y un mes después de iniciarme en esta locura del triatlón con una bici prestada en el sprint de Almería 2011 llegaría a meta en Sierra Nevada acompañado de grandes compañeros de batalla.
La aventura estuvo precedida de una agradable cena en un restaurante a pocos metros de la T2. A mi vera Mariu, mi mujer, soplaba las velas por su cumple mientras los tres representantes de CGM (el que escribe, Paco Granero y Pepillo), Pati (La mujer de Pepillo), Jose Reina (que, aunque es uno de los activos mas valiosos de CGM, ese día defendía los colores de “El Mazo”) los otros mazos Gabri, Alberto y el recién reclutado Jose María; entonábamos el Happy Birthday to you.


Antes de esto una espera más larga de lo deseado para retirar los dorsales y dejar las zapatillas en la transición. Tampoco entendíamos la hora tan tardía para empezar la prueba, sobre todo teniendo en cuenta cómo achuchaba el Lorenzo. Salvo estos detallazos, la organización no estuvo mal. Entre rato y rato, charla amena con nuestros amigos de C.D. Triatlón El Ejido Javi Rodriguez (brutal), Francis Martos (al que, manda huevos, conocía vía Twitter pero no en persona) y Adelina, su mujer. Por supuesto, aprovisionamiento de barritas y geles. Nos hicieron falta.

A las 6.30 a.m. Paco Granero y yo, que habíamos dormido en Granada, cambiamos pijama por  mono de triatlón (guapo de cojones), desayunos y evacuaciones consistentes, revisión de burras y material y cada uno en su carro a Sierra Nevada. Habíamos quedado para recoger a Pep en el parking bajo su hotel, dejar el coche de Paco arriba y bajar los tres en el mío con todo el equipo a la T1 en el Pantano de Canales.
Llegamos a tiempo y con tiempo, el ambiente era impresionante. Inflamos ruedas, preparamos comida y bebida bicicletera, control y pintado de dorsales en carnes depiladas y pa´dentro. Dejamos listo el petate que, mas tarde, la organización se encargaría de transportar a la T2. A última hora, casi al cierre me dí cuenta de que mi cala izquierda se había desajustado. Había olvidado las herramientas en el coche y no me daba tempo a llegar, así que tuve que pedir. Nadie tenía, salvo Fernando Lopez que, sin saberlo, me la prestó (asomaba en su equipo y él no estaba). Pepillo me lo arregló como pudo en menos de 30 segundos. Devolví las herramientas.
Casi inmediatamente nos comunicaron que bajáramos a la salida de agua. Los comentarios, según descendíamos los 900 metros que, después de nadar, tendríamos que volver a subir eran acojonantes y de acojone: Transición a pie con pendientes considerables, calor y terreno pedregoso.
Objetivo marcado para este triatlón: foto Finisher con los tres expedicionarios en el mismo plano. Hacer todo el triatlón juntos. Mención especial al Arrojo de Jose Luis Casas López (@jlcasasesp611) que, después de más de 4 meses sin subirse a la bici y con unas paelleras en lugar de platos en su bici, se dejó convencer por Paco (@pacogranero1) y un servidor (@garcam2) para estar en la salida y también en la meta.
Salida a nado. En aproximadamente 5 segundos había perdido de vista a mis dos CGMs y a Miguel Ramos, que, según nos dijo antes de la salida, habría querido unirse a nuestro grupetto para toda la aventura pero realmente no lo vimos hasta entrados en meta. Nos pusimos a la derecha teniendo claro cuál era nuestro objetivo. Al poco de ir nadando me desoriento y empiezo a verme solo. Hubo momentos que la ansiedad se apodera de mí ya que no tenía claro si estaba siguiendo la ruta correcta o si era el último. Cuando llegué al primer giro me tranquilizo y empiezo a encontrarme bien. Realmente la natación fue más cómoda de lo normal, con poca aglomeración y apenas golpes. Salí del agua con un tiempo (para mí estupendo) de 24:41, lo que me hizo pensar que la distancia era bastante menor de 1.500 m. Paco había salido con un tiempo de 21:46. Hizo la subida andando para esperarnos y reagruparnos. Mi idea también era esa, andar, pero había demasiadas frutas maduras en el camino como para quedarme parado. Corrí (troté) monte arriba y, a unos 50 metros para llegar, divisé a Paco entrando en la T1. Otro apretón.
Transición  tranquila, larga. Me coloco medias de compresión, casco, cambio de zapatillas, etc…Con la llegada de Pepillo, ya estábamos los tres mosqueteros dispuestos y predispuestos.
El primer descenso vino bien para respirar. Pepillo, el loco, como siempre bajando a pecho descubierto, después a pocos metros Paco y tras ellos, algo mas lejos (le tengo respeto) yo. Adelantamos algunas posiciones y, cuando nos quisimos dar cuenta empezábamos a subir. Los primeros kilómetros de subida tendida fueron realmente agradables. Disfruté pedaleando con my friends y absorviendo tranquilamente algunos grupillos. Recomiendo el minuto 1 del vídeo de la organización con CGM en acción:


La subida fue divertida, sin forzar demasiado para reservar fuerzas para El Duque (el puto Duque). Yo había oído hablar de la dureza de este puerto pero tengo que reconocer que al poco de empezar a subirlo me acordé de mi primo Matías, alias Gato, y de toda su familia (a la que también pertenezco). Este nato escalador de CGM hizo parte de la ruta un tiempo antes como reconocimiento del terreno y con intención de asesorarnos. No pudo venir (enhorabuena por su reciente segunda paternidad). Pues bien, una vez hizo esta rutilla nos llamó para decirnos: “Se hace, para vosotros es fácil. Sin problemas”. Pos fale, vamos a ello, incripción al canto. La noche antes de la prueba volvió a llamar, ya estábamos embarcados y no había escapatoria. Su expresión literal: “os vais a cagar. Duro de cojones, jeje”. Mi expresión literal: “Me cago en tu p……  ………”.
          Volvemos al asfalto divisando las pendientes que nos íbamos a encontrar. Para entonces nuestro grupo había aumentado su número de efectivos (que cazamos, por supuesto). Empiezan las primeras curvas y como el que lanza un grito de “¡al ataquerrr!”, Paco suelta: ¡Vamos Pep, a ritmo de repetidor! ¿A ritmo de que? Pienso. Para el que no lo sepa el repetidor es la subida a Vela Blanca en Cabo de Gata. Es corta pero intensa. Hasta la fecha yo solo la había subido una vez y guardaba un recuerdo agónico.
           Volviendo a El Duque hubo un punto en el que, agotado y a punto de caerme ya que al girar en una curva mi zapatilla izquierda frenó la rueda delantera, tuve que poner pié a tierra. Anduve unos 20 metros hasta que la pendiente me permitió volver a subir. El tridente se desmembró por el camino y, después de una curva de derechas apareció, como si fuera de Mayo, la fuente de agua fresquita de la Sierra. Cuando llegué Paco, ya refrescado,  nos esperaba. Rellené los bidones y me mojé nuca, cabeza y cuerpo. Cuando estaba terminando llegó Pepillo y sus platazos. Nos reagrupamos y a continuar con la subida. A partir de aquí mas suave.
           A Alberto de “El Mazo” la aguamos la excusa de la retirada. Había pinchado por segunda vez y se estaba echando un refrigerio a la sombra de la sombrilla de una familia. No se de quién era la silla de la que se había apoderado, pero a gusto estaba:
CGM: ¿Qué pasa?
Alberto: Segundo pinchazo. Ya paso.
CGM: No hombre no, toma un bombín y una cámara y apáñate, pero de excusas baratas nada.
El cabrón nos pasó a 4 km de la T2.
      Antes de la carretera general el grupo se volvió a desintegrar. Al llegar a este punto, nueva parada y reagrupación. A partir de aquí juntitos los tres.
         El final de bici se me hizo eterno. A falta de tres kms. Veíamos la meta, pero, la mano izquierda dormida y el dolor de piernas y riñones me provocaba la sensación de no avanzar.
        La llegada a la T2 fue un alivio. Nunca me había alegrado tanto soltar la bici. Hice la transición tranquila mientras uno de los ciclistas que recorrió con nosotros los últimos kms. Le pedía a uno de los jueces que se metiera la carrera a pié por donde le cupiera y abandonaba.
         Se agradecieron los gritos ánimo de Pati cuando el tridente empezaba a correr. Supuso aliento.
La carrera, como no, durilla. No creo que llegara a 10 km. La primera mitad subiendo por asfalto y la segunda bajando por caminos de piedra disgregado. Cojonudo para las piernas cansadas. Nos permitimos el lujo de hacer buena parte de la primera mitad andando. 
         Los avituallamientos bien: Agua a temperatura aceptable y al principio, refrescos, bebida isotónica y geles. Después solo agua. Es cierto que habíamos comido y bebido bien durante la bici, pero el aporte de la organización nos vino bien.
         Entre el Km 4 y 6 sufrí mi momento más crítico. El dolor en todo el cinturón abdominal y la falta de aire se apoderó de mí durante un rato. Arropado por mis compis y por el botellín de agua que me eché por todo el cuerpo me recuperé de repente a falta de 2 o 3 kms. La entrada a meta iba precedida por una escalinata que, espoleados por la cercanía del final, hicimos en un plis.
      Llegada emotiva, los tres enganchados. Estupenda mañana de deporte y, sobre todo, con buenísima compañía.  Me quedo con eso.


        Echamos de menos al resto de componentes de CGM, que hubieran querido estar pero no pudieron. Su ánimo antes, durante y después de la carrera vía wassap fue estupendo.
          Tres horas después me tocó bodorrio. También aguanté el tipo.











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