Y llegó el día esperado. Quién me
iba a decir que un año y un mes después de iniciar me
en esta locura del triatlón con una bici prestada en el sprint de Almería 2011
llegar ía a meta en Sierra Nevada
acompañado de grandes compañeros de batalla.
La aventura estuvo precedida de una
agradable cena en un restaurante a pocos metros de la T2. A mi vera Mar iu, mi mujer, soplaba las velas por su cumple
mientras los tres representantes de CGM (el que escribe, Paco Granero y Pepillo),
Pati (La mujer de Pepillo), Jose
Reina (que, aunque es uno de los activos mas valiosos de CGM,
ese día defendía los colores de “El Mazo”) los otros mazos Gabri, Alberto y el
recién reclutado Jose María; entonábamos el Happy Birthday to you.
Antes de esto una espera más lar ga de lo deseado par a
retirar los dorsales y dejar las zapatillas en la transición. Tampoco
entendíamos la hora tan tar día par a empezar
la prueba, sobre todo teniendo en cuenta cómo achuchaba el Lorenzo. Salvo estos
detallazos, la organización no estuvo mal. Entre rato y rato, charla amena con
nuestros amigos de C.D. Triatlón El Ejido Javi Rodriguez (brutal), Francis
Martos (al que, manda huevos, conocía vía Twitter pero no en persona) y Adelina,
su mujer. Por supuesto, aprovisionamiento de bar ritas
y geles. Nos hicieron falta.
A las 6.30 a .m. Paco Granero y yo, que
habíamos dormido en Granada, cambiamos pijama por mono de triatlón (guapo de cojones),
desayunos y evacuaciones consistentes, revisión de burras y material y cada uno
en su car ro a Sierra Nevada.
Habíamos quedado par a recoger a Pep
en el par king bajo su hotel, dejar el coche de Paco arriba y bajar los tres en el
mío con todo el equipo a la T1 en el Pantano de Canales.
Llegamos a tiempo y con tiempo, el
ambiente era impresionante. Inflamos ruedas, preparamos comida y bebida
bicicletera, control y pintado de dorsales en carnes depiladas y pa´dentro. Dejamos
listo el petate que, mas tarde, la organización se encargaría de transportar a
la T2. A última hora, casi al cierre me dí cuenta de que mi cala izquierda se había
desajustado. Había olvidado las herramientas en el coche y no me daba tempo a
llegar, así que tuve que pedir. Nadie tenía, salvo Fernando Lopez que, sin
saberlo, me la prestó (asomaba en su equipo y él no estaba). Pepillo me lo
arregló como pudo en menos de 30 segundos. Devolví las herramientas.
Casi inmediatamente nos comunicaron
que bajáramos a la salida de agua. Los comentarios, según descendíamos los 900 metros que, después
de nadar, tendríamos que volver a subir eran acojonantes y de acojone: Transición
a pie con pendientes considerables, calor y terreno pedregoso.
Objetivo marcado para este triatlón:
foto Finisher con los tres expedicionarios en el mismo plano. Hacer todo el
triatlón juntos. Mención especial al Arrojo de Jose Luis Casas López
(@jlcasasesp611) que, después
de más de 4 meses sin subirse a la bici y con unas paelleras en lugar de platos
en su bici, se dejó convencer por Paco (@pacogranero1) y un
servidor (@garcam2) para estar en la salida y también en la meta.
Salida a nado. En aproximadamente 5 segundos había perdido
de vista a mis dos CGMs y a Miguel Ramos, que, según nos dijo antes de la
salida, habría querido unirse a nuestro grupetto para toda la aventura pero
realmente no lo vimos hasta entrados en meta. Nos pusimos a la derecha teniendo
claro cuál era nuestro objetivo. Al poco de ir nadando me desoriento y empiezo
a verme solo. Hubo momentos que la ansiedad se apodera de mí ya que no tenía
claro si estaba siguiendo la ruta correcta o si era el último. Cuando llegué al
primer giro me tranquilizo y empiezo a encontrarme bien. Realmente la natación
fue más cómoda de lo normal, con poca aglomeración y apenas golpes. Salí del
agua con un tiempo (para mí estupendo) de 24:41, lo que me hizo pensar que la
distancia era bastante menor de 1.500
m . Paco había salido con un tiempo de 21:46. Hizo la
subida andando para esperarnos y reagruparnos. Mi idea también era esa, andar,
pero había demasiadas frutas maduras en el camino como para quedarme parado.
Corrí (troté) monte arriba y, a unos 50 metros para llegar, divisé a Paco entrando
en la T1. Otro apretón.
Transición tranquila, larga. Me coloco medias de
compresión, casco, cambio de zapatillas, etc…Con la llegada de Pepillo, ya
estábamos los tres mosqueteros dispuestos y predispuestos.
El primer descenso vino bien para
respirar. Pepillo, el loco, como siempre bajando a pecho descubierto, después a
pocos metros Paco y tras ellos, algo mas lejos (le tengo respeto) yo.
Adelantamos algunas posiciones y, cuando nos quisimos dar cuenta empezábamos a
subir. Los primeros kilómetros de subida tendida fueron realmente agradables.
Disfruté pedaleando con my friends y absorviendo tranquilamente algunos grupillos.
Recomiendo el minuto 1 del vídeo de la organización con CGM en acción:
La subida fue divertida, sin forzar
demasiado para reservar fuerzas para El Duque (el puto Duque). Yo había oído
hablar de la dureza de este puerto pero tengo que reconocer que al poco de
empezar a subirlo me acordé de mi primo Matías, alias Gato, y de toda su
familia (a la que también pertenezco). Este nato escalador de CGM hizo parte de
la ruta un tiempo antes como reconocimiento del terreno y con intención de
asesorarnos. No pudo venir (enhorabuena por su reciente segunda paternidad).
Pues bien, una vez hizo esta rutilla nos llamó para decirnos: “Se hace, para
vosotros es fácil. Sin problemas”. Pos fale, vamos a ello, incripción al canto.
La noche antes de la prueba volvió a llamar, ya estábamos embarcados y no había
escapatoria. Su expresión literal: “os vais a cagar. Duro de cojones, jeje”. Mi
expresión literal: “Me cago en tu p…… ………”.
Volvemos al asfalto divisando las pendientes que nos íbamos
a encontrar. Para entonces nuestro grupo había aumentado su número de efectivos
(que cazamos, por supuesto). Empiezan las primeras curvas y como el que lanza
un grito de “¡al ataquerrr!”, Paco suelta: ¡Vamos Pep, a ritmo de repetidor! ¿A
ritmo de que? Pienso. Para el que no lo sepa el repetidor es la subida a Vela
Blanca en Cabo de Gata. Es corta pero intensa. Hasta la fecha yo solo la había
subido una vez y guardaba un recuerdo agónico.
Volviendo a El Duque hubo un punto en el que, agotado y a
punto de caerme ya que al girar en una curva mi zapatilla izquierda frenó la
rueda delantera, tuve que poner pié a tierra. Anduve unos 20 metros hasta que la
pendiente me permitió volver a subir. El tridente se desmembró por el camino y,
después de una curva de derechas apareció, como si fuera de Mayo, la fuente de
agua fresquita de la
Sierra. Cuando llegué Paco, ya refrescado, nos esperaba. Rellené los bidones y me mojé
nuca, cabeza y cuerpo. Cuando estaba terminando llegó Pepillo y sus platazos.
Nos reagrupamos y a continuar con la subida. A partir de aquí mas suave.
A Alberto de “El Mazo” la aguamos la excusa de la retirada. Había
pinchado por segunda vez y se estaba echando un refrigerio a la sombra de la
sombrilla de una familia. No se de quién era la silla de la que se había
apoderado, pero a gusto estaba:
CGM: ¿Qué pasa?
Alberto: Segundo pinchazo. Ya paso.
CGM: No hombre no, toma un bombín y una cámara y apáñate,
pero de excusas baratas nada.
El cabrón nos pasó a4 km
de la T2.
El cabrón nos pasó a
Antes de la carretera general el grupo se volvió a
desintegrar. Al llegar a este punto, nueva parada y reagrupación. A partir de
aquí juntitos los tres.
El final de bici se me hizo eterno. A falta de tres kms.
Veíamos la meta, pero, la mano izquierda dormida y el dolor de piernas y
riñones me provocaba la sensación de no avanzar.
La llegada a la T2 fue un alivio. Nunca me había alegrado
tanto soltar la bici. Hice
la transición tranquila mientras uno de los ciclistas que recorrió con nosotros
los últimos kms. Le pedía a uno de los jueces que se metiera la carrera a pié
por donde le cupiera y abandonaba.
Se agradecieron los gritos ánimo de Pati cuando el tridente
empezaba a correr. Supuso aliento.
La carrera, como no, durilla. No creo que llegara a 10 km . La primera mitad
subiendo por asfalto y la segunda bajando por caminos de piedra disgregado.
Cojonudo para las piernas cansadas. Nos permitimos el lujo de hacer buena parte
de la primera mitad andando.
Los avituallamientos bien: Agua a temperatura aceptable y al
principio, refrescos, bebida isotónica y geles. Después solo agua. Es cierto
que habíamos comido y bebido bien durante la bici, pero el aporte de la
organización nos vino bien.
Entre el Km 4 y 6 sufrí mi momento más crítico. El dolor en
todo el cinturón abdominal y la falta de aire se apoderó de mí durante un rato.
Arropado por mis compis y por el botellín de agua que me eché por todo el
cuerpo me recuperé de repente a falta de 2 o 3 kms. La entrada a meta iba
precedida por una escalinata que, espoleados por la cercanía del final, hicimos
en un plis.
Llegada emotiva, los tres enganchados. Estupenda mañana de
deporte y, sobre todo, con buenísima compañía.
Me quedo con eso.
Echamos de menos al resto de componentes de CGM, que hubieran querido estar pero no pudieron. Su ánimo antes, durante y después de la carrera vía wassap fue estupendo.
Tres horas después me tocó bodorrio. También aguanté el
tipo.
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